Acoso y Ciberacoso

Acoso y ciberacoso

El acoso se define como el hostigamiento, persecución o molestia que ejerce una o varias personas contra otra de manera reiterada y no deseada. Se trata de una forma de comportamiento agresivo caracterizada por el maltrato psicológico, verbal o físico que altera gravemente el desarrollo de la vida diaria de la persona que lo padece.

Sin embargo, la violencia no es necesaria para que se aprecie la existencia de acoso. Las conductas no deseadas que pueden considerarse constitutivas de acoso, delito recogido en el artículo 172 ter del Código Penal, son las siguientes:

  • Vigilar, buscar o perseguir la cercanía física.
  • Tratar de establecer contacto por medio de alguna vía de comunicación o de terceras personas.
  • Emplear datos personales indebidamente con la finalidad de adquirir mercancías o productos, contratar servicios o facilitar que terceras personas tengan contacto con la víctima.
  • Atentar contra la libertad o el patrimonio de un sujeto o de otras personas de su entorno.

Cuando el acoso tiene lugar en medios digitales, estamos hablando ciberacoso o ciberbullying, consistente en el ataque que sufre una persona a través de las tecnologías de la información y la comunicación tales como redes sociales, dispositivos móviles, correo electrónico, mensajería instantánea, juegos online o cualquier otro tipo de vía de comunicación digital por las que se ejercen actos de acoso, difamación, humillación, vejación, injurias y calumnias.

El uso de masivo de Internet es un fenómeno común en nuestra sociedad actual, alcanzando el 98% en menores de edad de entre 10 y 15 años. Este incremento aumenta el riesgo de sufrir ciberacoso. Y más concretamente, 1 de cada 4 casos de acoso escolar se produce en el ámbito digital.

Antes del nacimiento del mundo digital, el acoso escolar sólo se enmarcaba dentro del horario lectivo del centro educativo, pero, desgraciadamente, hoy en día las situaciones de acoso pueden desarrollarse tanto dentro como fuera del colegio, suponiendo un auténtico calvario para la persona que lo sufre, lo que puede conducir a escenarios dramáticos con consecuencias fatales como depresión, ansiedad, estrés, aislamiento o, en casos extremos, con el suicidio del menor.

Aparte de que el acoso pueda producirse a cualquier hora del día a través de redes sociales, grupos de chat o plataformas online, el impacto es todavía mayor dada la facilidad de difusión de una publicación o de cualquier tipo de contenido en la red.

Esta forma de acoso es cada vez más frecuente, en especial en personas adolescentes, si bien no es exclusivo de las personas más jóvenes, encontrando también casos de intentos de desprestigio o humillación ejercida por antiguos compañeros de clase o de trabajo, exparejas, etc, o casos de chantaje sexual en el que sirviéndose de la coacción se trata de obtener favores sexuales.

Según diversos estudios, 2 de cada 10 menores podrían estar siendo víctimas de acoso por Internet, en muchos casos, sin ser conscientes de ello. Sólo el 2,2% cree haber sido víctima de este tipo de acoso. En este contexto, se abre la veda a una nueva forma de pederastia, conocida como grooming, en la que un adulto que finge ser otra persona trata de ganarse la confianza de su víctima con el único fin de obtener material sexual explícito e incluso de tener contacto sexual directo.

Tanto el acoso como el ciberacoso vienen marcados por la intencionalidad, la persistencia y el abuso de poder para perjudicar y ejercer control sobre la persona acosada. Detectar a tiempo y denunciar estas situaciones resulta decisivo para evitar que los sentimientos de inferioridad, inseguridad, miedo o pérdida de confianza que puedan surgir en la víctima se conviertan en un verdadero problema que condicione de forma traumática el desarrollo de una persona.

La figura del detective se torna clave para destapar el acaso y ciberacoso y poder llevar a la justicia a los responsables. Para ello, el primer paso es reunir las pruebas necesarias y denunciarlo. En Centinela detectives te ofrecemos una respuesta rápida y eficaz, con la discreción y sensibilidad requerida en asuntos de esta naturaleza.

¿Cuántos tipos de acoso existen?

El acoso puede manifestarse de formas distintas y producirse en diferentes ámbitos en función del contexto y de la causa que motiva el hostigamiento. Entre los más habituales se encuentran:

  • Acoso escolar o bullying
  • Acoso laboral o mobbing
  • Acoso sexual
  • Acoso psicológico
  • Acoso inmobiliario
  • Acoso físico (stalking)
  • Acoso digital (cyberstalking)

 

A la hora de investigar situaciones de acoso, es necesario saber reconocer el tipo de acoso sufrido lo que más adelante permitirá identificar a los acosadores, fundamental para posteriormente poder denunciar por acoso.

 

 

 

Para detectar esta situación, las formas en las que se manifiestan los distintos tipos de acoso son múltiples y variadas:

  • Actos de intimidación y ridiculización.
  • Marginación social.
  • Violencia física y verbal.
  • Desaparición de pertenencias.
  • Mensajes personales ofensivos.
  • Divulgación de información difamatoria.

 

En el ámbito digital, el ciberacoso tiene lugar cuando se produce alguno de los siguientes supuestos:

  • Comunicación directa, constante y reiterada con la persona acosada en contra de su voluntad.
  • Creación de perfiles falsos suplantando la identidad de la víctima.
  • Publicación de comentarios vejatorios o de información fraudulenta que perjudiquen la imagen de una persona.
  • Acceso a cuentas personales usurpando el estado civil.
  • Difusión de material privado o de contenido denigrante sin haberse prestado consentimiento.

¿Cómo actúa el detective privado?

El acoso es un delito sólo perseguible mediante denuncia de la persona agraviada o de su representante legal, por lo que es fundamental recabar todas las pruebas posibles que acrediten que se está sufriendo acoso.

Nuestra agencia de investigación se encarga de reunir dichas pruebas. Contamos con la pericia y herramientas necesarias para obtener la información relevante en cada caso.

La monitorización y seguimiento de perfiles abiertos en redes sociales u otras plataformas, el rastreo de todo tipo de actividad sospechosa o material ofensivo recibido, determinando la procedencia e identidad de los autores, y análisis forense de dispositivos empleados por la víctima a fin de recopilar información de interés que demuestre la existencia de acoso.

En casos de bullying, además de lo descrito, se realiza una vigilancia del menor en los trayectos que realice hasta el centro escolar y su vuelta al domicilio, además de en el tiempo en que se encuentre en entornos sociales fuera del colegio.

El informe elaborado por los detectives privados servirá de base para actuar según los protocolos establecidos y, en su caso, denunciar por acoso.

 

Si deseas contratar nuestros servicios o tienes cualquier duda contacta con nosotros y te asesoraremos en la resolución de situaciones de acoso y ciberacoso. Nuestro equipo de profesionales analizará con detalle tu caso para brindarte una propuesta personalizada y sin compromiso para recopilar todas las pruebas que estén en nuestra mano para poner fin al acoso sufrido.